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Historias de Rock con el 8: Apocalytica

Por una vía un poco estrambótica, pero creo que viene al pelo: antes de dar una opinión sobre un conflicto armado, sea en el país que sea, hace falta saber muchísimo de la situación y de geopolítica. A mi David Bowie nunca me ha dicho especialmente nada, por lo menos hasta sus últimos trabajos (Lazarus es una obra maestra), pero Heroes en la Alemania de la reunificación era un himno, casi la banda sonora del momento.

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: Apocalyptica. Worlds Collide. 2007.

Es importante conocer. La idiosincrasia, la cultura, la situación política… se crea una especie de burbuja y, desde fuera, no entendemos nada. Ya tengo unos años, y he vivido alguna que otra movida. Era chaval, pero recuerdo bien la guerra de la antigua Yugoslavia y, lo principal, el término «limpieza étnica». No entendía nada, pero, con efecto retroactivo, he ido asimilando la naturaleza de aquel conflicto, religioso, racial… también en Irlanda, Ruanda, Cisjordania… un conflicto no se puede resumir en un par de líneas, pero entrar a tiros… eso ya lo hemos vivido.

Hablando de música, un día en aquel canal (no sé si sigue emitiendo) de VH1, echaban media horita de heavy metal, a las 23.00 en punto. Salen cuatro tipos con violas, o violoncellos, o trastos de esos. Tocaban un tema instrumental, Path, dos cellos haciendo de sala de máquinas, como los riffs de las cuerdas graves de las guitarras y el bajo, y otros dos llevando la melodía básica, como si fuera el punteo o los teclados. El caso es que eran un vago recuerdo.

Poco después pillé un disco de versiones de MetallicA. Estos cuatro eran la plasmación de aquella teoría que decía que los grandes compositores de música clásica —Beethoven, Mozart, Händel…—, si pudieran venir al mundo actual, harían heavy metal épico. Tiene que ser dificilísimo aprender a dominar esos instrumentos, más difícil aún adaptar clásicos del thrash metal a ese sonido de música de cámara, e hicieron en mi opinión un gran trabajo, luchando contra un imposible sonoro.

Me dejó buen sabor de boca, y la vida siguió su curso… hasta que oí a Till Lindemann cantando Helden con ellos. Yo conocía vagamente la canción original de Bowie, y ni siquiera sabía que era suya, la primera vez que la oí fue en la versión de Jacob Dylan. Menudo experto en música tenéis delante, ¿eh? Claro, para mí es una canción más, en alemán, con la que esforzarme en traducir y comprender, pero que alemanes de la antigua RDA versionen este tema en su idioma nativo trae un mensaje que nadie que no haya vivido de primera mano la historia de la Alemania de los 80 y 90 va a entender en toda su extensión.

Lo jodido del Worlds Collide es que no distingo bien las canciones originales de las versiones. I don’t care, para la que llamaron a Adam Gontier, de Three Days Grace, tiene un rollo en la parte vocal a Bring me to life, que tocó Evanescence con Paul McCoy. Durante años he creído que era el mismo cantante. Corey Taylor clavando un medio tempo en I’m not Jesús. Qué bueno es Corey Taylor. Y, en medio, temas instrumentales, cellos y la batería de Dave Lombardo, el de Slayer, que consiguen sonar heavies. Hay tramos que mis tímpanos se ven sobreexcitados por una especie de autosugestión y oigo distorsión, por ejemplo en Stroke, en Ion o en Last Hope.

Apocalyptica merece la pena ser escuchada, si sabes de música clásica, si te suena a aburrido, si eres heavy o si te molan las sardanas. El arte es arte, y la transmisión de atmósferas, la comunicación de pequeños mundos en forma de canciones, es universal, como si fuera en forma de pelis o libros.Una vez concluida la parte musical, volvemos a la política.

 

Primero. Todos los países del mundo tienen un ministerio de exteriores y un cuerpo diplomático formado por cientos de personas que cuestan un buen montón de billetes al año. Si cada vez que se lía alguna acabamos a piñazos, o esa gente sobra o los que manejan a las tropas son demasiado espabilados.

Segundo. Esto es una confrontación muy económica y poco política. Aquí hablamos de bases de misiles, de control de recursos, y de bastantes rencillas que vienen, como poco, desde la Segunda Guerra Mundial. La universal estrategia americana de entrar como un elefante en una cacharrería (Irak, Afganistán, Corea, Vietnam…) no suele ser muy producente, así que conviene pensar dos veces antes de sacar una decisión salomónica.

Tercero. Nadie vale nada. Es lo más jodido. A Putin la gente del Donetsk o Lugansk se la suda… y a los demás también. Mi teoría es que EEUU está intentando sacar rédito político de todo esto, posicionando a China, más bien, buscando la excusita para auto-cancelar la astronómica deuda que tienen con ellos. Putin se reafirma en el poder a martillazos, EEUU se forra vendiendo armas, Europa se muerde las uñas sin saber qué hacer y concluye que lo mejor es fundir lo que estaba previsto para luchar contra el cambio climático en armas. Un gran avance, las guerras solucionan todo.

Cuarto. Tenemos un problema con el racismo. Y serio. Si eres rubio, eres menos refugiado, si la guerra es en Europa, es más guerra. Los polacos y los húngaros, con gobiernos abiertamente racistas, sacan a palos a los libios o a los sirios, pero tienen las fronteras de par en par para los ucranianos. Disfrazan de humanidad algo asqueroso.

Quinto y final. Si el sistema necesita una guerra que arrase todo cada siglo para volver a reconstruir y que no colapse, igual es mejor que se vaya todo a la mierda, y que, como dijo Einstein, esperemos a la cuarta gran guerra con piedras y lanzas.

 

Por servir de excusa para aprender de música y de los intríngulis culturales de un país; para analizar la importancia de una canción antes de parlar:

Apocalyptica. Worlds Collide.

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