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Historias de Rock con el 8: Bomber (Bomber. 2002)

Suelo emplear mucho la expresión “tal día hará un año”. Pues tal día como hoy hace dos que tiro líneas y evoco marcianadas con Santi Pekeño Ternasko, desde el gol de Nayim, lo mejor que ha dado Zaragoza, ciudad heroica… ¡E INMORAL! ¿Cómo no lo vas a querer?

Por Teodoro Balmaseda

Vivimos en un cacho de piedra que flota en el vacío, y sobrevivimos porque tiene una sustancia pegada alrededor, como el barniz de una bola de madera. Es decir, somos monos que hablan dando vueltas hacia ninguna parte: la necesidad de control, de orden, es algo que llevamos en los genes. Cuando empecé este rollo me puse unas normas: que los discos tengan unos años, que sean el disco más conocido de bandas conocidas, y que tenga una historia que contar. Como soy anarquista y hago lo que me sale del níspero (ironía modo: on. Ser anarquista no quiere decir que te pases todo por el forro. Si te pasas todo por el forro es posible que acabes con una camiseta del ejército habiéndote escaqueado de la mili, o bufando por las “paguitas” cuando llevas toda la vida tocándote la breva y cobrando un pastizal).

Que me pierdo. Este disco no va a ser de los de poner en el buscador y que salga a la primera, el disco es de 2002, pero lo conozco desde hace exactamente cinco días… pero sí que tiene historia. Si no te gusta, ahora te traigo el hemoal.

La parada del mes: Bomber.Bomber. 2002.

Bomber es una banda argentina, formada por un par de hijos de la Anarquía (antes de que existiesen los hijos de la Anarquía), Mono al bajo y la voz, Tano a la guitarra y los coros, y el gran Marcelo Álvarez, batería de Bicho*Z, viejo lobo de mar que siempre tiene una sonrisa y una palmada en el hombro (ahora tira besos con la mano por encima de la mascarilla). Hablaremos del disco y luego sigo con Marcelo.

Siendo de 2002 el disco (en realidad no es un disco, es un ensayo grabando, por eso da tanto la sensación de ser un directo pirateado en casete, sólo le faltaba la caratula del Steal this álbum, de los System of a Down), no sé muy bien si decir si se anticipan o se suben en la ola de ese hard rock descarnado que se fundía con el nu-metal. Sin piedad, que abre la descarga, tiene ramalazos a Saliva, a Bad seed, de MetallicA, en los agudos del estribillo, un poco de Rata Blanca. La palabra que se da es la que hay que respetar, sonando como un mantra por encima de una guitarra a lo Dimebag. La batería, con un charles todopoderoso y un ritmo no lento, pausado, como Black Sabbath.

En Arde la tierra sólo falta Chino Moreno para entrar en ese universo Deftones. Cuando entran los riffs, la potencia, vuelve ese machaqueo, con la diferencia de la batería, que pasa a juguetear a lo Keith Moon, mucha transición entre platos. El comienzo de Maldito Boogie suena a Johnny Winter, a R.L. Burnside, a John Lee Hooker… hasta que estalla, donde vuelve a esa crudeza muy de Pantera en I’m Broken. Hasta Rammstein, en Zwitter, tiene un ritmo que recuerda un poco, más industrial y diciendo cochinadas en alemán, pero trae a la mente. Si ves a mi padre empieza con un guiño al Smell like teen spirit, pero se convierte en un rock de la vieja escuela, en un metal ochentero, Anthrax, MetallicA (esos riffs al principio de las estrofas muy For whom the bell tolls). Y se nos acaba el disco con Esperando el fin de la historia, un guiño a Korn en Blind, aunque de una forma más contundente. Bombo y caja muy muy duros, mucho plato, un bajo que parece hacer fracking para echar abajo la sala, una guitarra muy de la vieja escuela, pero una concepción que parecía simpatizar con lo que entonces era vanguardia total y absoluta.

En resumen, un pedazo de disco. Acojonante. Si a Phil Anselmo no le dieran tantos espasmos en la mano derecha o si tuviera el teléfono de Ozzy, se lo mandaba.

Las cosas como son: Marcelo es mi colegui, no lo puedo negar. No es que sea mi amigo, es que es un honor ser su colega. Es como poder calzarte una birra con Vinnie Paul, Charlie Watts o Mikkey Dee. Marcelo lleva más de media vida creando, ha estado en todas partes, como Johnny Cash, y cuando hablas con él te mira con la misma camaradería que ha mirado a Gene Simmons. Marcelo dice lo que piensa, y actúa en consonancia con sus sentimientos. Quizá por eso, o por mala suerte, no ha llegado a encabezar el Lollapalooza. Jordan, Rodman, Pippen y compañía no eran precisamente juveniles cuando arrasaban en la NBA, a lo mejor la providencia le tiene reservado a Marcelo el mejor golpe casi al final.

Yo no soy, y muy probablemente no seré, un erudito de la literatura, o un analista cultural que se convierta en termómetro de mis tiempos, pero sí que tengo la responsabilidad de usar el eco que recibo en AsaltoMata Radio Rock para reflejar que un ensayo grabado con pocos medios puede ser un discazo acojonante.

Por una gran amistad, por haberme enseñado mucho de música, por una lección de integridad constante y por demostrar que en la música, como en casi todo en la vida, ni son todos los que están, ni están todos los que son: Bomber –Bomber.

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