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Historias de Rock con el 8: Emigrate

Siempre he sido muy fan de Rammstein, hasta pensar en tatuarme el logo en una pantorrilla (cerca he estado en alguna ocasión, y sigo sin descartar planes) y, cuando se pasó la resaca del  Mutter (hablé sobre ese disco en esta misma sección), la banda entró en un parón. Decían que Richard, el guitarra, odiaba las giras, que quería una banda que sólo grabase en estudio. La sombra de la separación, hasta de la disolución, de Rammstein planeó durante años, para dar lugar a una banda nueva: Emigrate

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: Emigrate. Emigrate. 2007.

Lo cierto es que se lo tomaron con calma, hicieron surf, se echaron novias vestidas de esclavas de sadomaso… o simplemente se quedaron en su barrio de siempre de la RDA. Después de esa especie de doble álbum a medio separar (y a medio cocer) que fueron Reise, reise y Rosenrot, apareció Emigrate, el primer trabajo de Richard Z. Kruspe con banda hecha a medida, viviendo en EEUU y cantando en inglés.


Quería odiarlo, en serio. Era la banda que ponía en peligro no volver a escuchar material de mi banda de cabecera, pero, en cuanto vi el primer guitarrazo con la jeta de Mila Jovovich… enamorado al instante. Amor verdadero. My world era una descarga cojonuda, donde Richard sigue teniendo mucho poso de su banda de toda la vida, sobre todo al organizar la sala de máquinas batería-bajo, pero se suelta y hace guiños a lo que le gusta, al glam rock, a los Kiss, a los New York Dolls… y yo, pues a la velocidad del pensamiento a por el disco.
Emigrate (la canción) tiene un ramalazo techno, en los arreglos, en el pianito del comienzo… se nota la herencia del Herzelid, pero la letra tiene otro rollo. La historia le acabaría dando un espaldarazo, con todos esos becerros diciendo que el que quiera refugiados, que los meta en su casa. Respuesta rápida: mete tú en la tuya a un cura y a un primo segundo del rey, que bien a gusto les pagas el esquí, vasallo.
Wake up: la mejor del disco, si me apuras. Ni un instante de descanso. Un berrido inicial y una guitarra maniaca, fuera de control, para desembocar en un estribillo casi punk, melódico, pero de guitarreo desbocado.
Let me break es la que me hace darme cuenta de que está cantando Richard. Tiene el tono muy diferente a cuando corea en Rammstein. También es cierto que teniendo al lado a Till, se tiene que deprimir hasta el más pintado, así que a lo mejor es una salida creativa natural, formar una banda donde poder cantar y tocar a tu rollo. In my tears es otro medio tempo, una especie de balada distorsionada, ácida, igual que Babe, Temptation o You can’t get enough. Creo que tenía varias ideas de canciones que no encajaban con el aura oscuro de Rammstein —cierto que también tienen el Ohnedich, pero hablando a grandes rasgos— y fue la base para poner Emigrate en marcha.
New york city me recuerda a una de AC/DC tocando en un túnel de Nueva York, que creo que es algo anterior. Vale que de sonido no se parecen mucho, pero le da la oportunidad a Richard de acercarse a otros sonidos: Jane’s Addiction, Motley Crüe… y sobre todo, a Kiss. Suena a glam, a rock setentero, a guitarreo para divertirse.
Resolution es un guiño a Sensucht, seguramente que reinventando su concepto del sonido. Hasta Residente, el ex de Calle 13, tiene una con esos mismos ingredientes. Ese mismo espíritu lo imbuye en las baterías de This is what, combinando bombo y caja en una maniobra casi imposible.
Blood es la oscura. Se dice que se llevan genial con System of a down y con los Korn, y creo que esto es un guiño a Jonathan Davis en la banda sonora de La reina de los condenados, o a esos punteítos que hace Daron Malakian en muchos temas del Toxicity, pero todo desde un aura oscura, a lo HIM o Alice in Chains. Es una especie de gothic rock, si es que eso existe.
Help me es la última parada, una canción sin pretensiones, pero que aglutina todo lo que quería hacer la banda.
En serio, quería odiarlo, y más viendo que Rammstein podía claudicar al comprobar que no volverían a alcanzar el éxito de Mutter (creo que es un hecho científico: Mutter es tan bueno que ensombrece el resto de la carrera de la banda. Después han dado canciones cojonudísimas, grandes discos, pero ninguno llega a Mutter). Pero es imposible. Me gusta, y mucho.

Por demostrar que los músicos son personas, que el hecho de tener éxito o tener delante una gira interminable puede amargarte la vida, puede quemarte, y por demostrar la valentía de montar una banda paralela cuando con tu banda principal estás tocando el cielo:

Emigrate. Emigrate.

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