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Historias de Rock con el 8: Led Zeppelin

Los 8 de enero son especiales. El hecho de escribir una historia cada mes en la humilde posada del maño más grande de todos los tiempos, más famoso que el gol de Nayim, Santi PekeñoTernasko, tiene como punto de partida del ciclo este 8 de enero, esta vuelta al Sol que me hace sacar lo más personal.

Hoy traigo una banda con la que mantengo la maldición de un dios antiguo: no soy capaz de recordar el puñetero título de ninguna de sus canciones. Suena a pijada, pero intenta describir una canción sin saber solfeo y sin conocer el título.

Por Teodoro Balmaseda
La parada del mes: Led Zeppelin Greatest Hits. 2008.

Antes de meternos en harina, rápida introducción a la banda. El que quiera saber más, hay varias biografías donde se puede profundizar más en el tema. Jimmy Page, guitarrista que flipas, Robert Plant, otro crack. Keith Moon, el batería de The Who, hace un chiste: «Tendríais que llamaros Zeppelin de plomo (Lead Zeppelin). Y a funcionar. Como intuían que la crítica les iba a dar leña bien dada, no ponen título a sus álbumes. Ponen simbolitos, firmas que se suponen que son de Arsmodeo y algunos temas de la magia negra, se les relaciona con Aleister Crowley, y poco a poco se forma una leyenda detrás, que si son satánicos, que si vendieron el alma como Robert Johnson.

La idea de no titular las obras me empieza a seducir. En la portada de uno de mis libros un dibujo en el lugar del título. Lo veo.

Esta banda, por circunstancias o por generación, bebe de muchas fuentes, de muchas bandas y de muchos estilos, así que desarrolla un sonido muy original, pero con reminiscencias muy profundas. Como cuando oyes a Fats Domino y ves un blues acelerado, o las reminiscencias en el guitarreo de Tony Iommi, asentadas en la música de la vieja escuela, cuando oyes los bombazos (partiendo de la base de no tratar con expertos en la discografía de la banda, siempre es mejor tirar de algún directo o algún recopilatorio) de Led Zeppelin, entre los acordes se entrevé la herencia, los orígenes del rock and roll.

Hasta aquí, todo correcto. Lo jodido viene ahora. Si, en vez de estar leyendo esto, estuviéramos hablando frente a frente y saliera el tema de Led Zeppelin, tu creatividad se iba a tener que poner a pleno rendimiento.

Abre fuego Black dog. Esa que suena casi a B.B King, y empezaría a hacer el punteo con tiruriru (el instrumento de los mataos).

Inmigrant song es una obra maestra, y punto. Y, como no hay manera de retener el título, empiezo a imitar a un cuervo afónico, como en la de El bueno, el feo y el malo. Robert Plant me va a acabar dando una tunda en un callejón, pero esto es un drama.

Rock and Roll la tengo mentalmente asociada con Manu, el guitarra de los Histamínicos. Hace tiempo que armó Sleeping Lion e hizo una cover que se me ponían los pelos de punta. Un concierto de fiestas en Logroño, con la gente pasando de aquí para allá, y alrededor consiguió hacer el silencio. ¿cómo describir esta canción? Tarareando la línea de bajo con el tui-ti-ti-ti-tui-tuíiiii. Si no sabes cuál es, es culpa tuya, más claro no te lo puedo decir.

Kashmir es la única canción a la que le pongo una pega. Ese riff es tan acojonantemente bueno que yo la hubiera dejado como instrumental. Una instrumental de dieciocho minutos, inexcusable en todos los directos de la banda. Es como Orión o The Call of Kthulu, de MetallicA, o las mejores de Joe Satriani, simplemente hay que dejar que fluyan las guitarras, y los vientos en seguramente el mejor decrescendo de la historia del rock. Lo que no me explico es cómo no tienen mil solicitudes al día de todos los peleadores del mundo para poder salir al ring con Kashmir sonando como si el mundo fuera a llegar a su fin.

Misty Mountain podría ser el germen de bandas como Foghat, rock divertido, casi Beatle. Me pasa lo mismo, esta es la de «ti-ti-tiuuuuu», siguiendo lo que hacen guitarra y teclados.

Que baje Dios y lo vea si Jack Black no formó Tenacious D cuando escuchó Ramble on. Apenas soy capaz de tararear las voces, hecho un gualtrapa. En serio, suena a chiste, pero es una auténtica putada.

Stairway to heaven es como Nothing else matters: estoy sobreexpuesto. No es que no me gusten, no es que no sean grandísimos temas, pero me toca las narices que se resuma la discografía de bandas tan grandes en la dichosa baladita. Si tuviera una misión espacial y sólo pudiera llevar una canción de MetallicA y otra de Led Zeppelin, lo juro por las chanclas de San Pedro que no iban a ser ninguna de las dos.

Asociaciones de ideas me han hecho casar Whole Lotta love con Somebody to love, de los JefersonAirplane. Como soy incapaz no sólo de recordar, sino de identificar el dichoso título, ésta es la de «turi, tuturí, chachán, chachán».

Communication Breakdown, Celebration day, el acojonante medio tempo de Dazed y Confused, un puente a Black Sabbath, ese coqueteo con el metal…

Esta recopilación es cojonuda, y la obra de esta banda es incontestablemente imprescindible en la historia del rock, tanto para profanos como para expertos, altamente recomendable, y todas las canciones tienen algo en común: soy incapaz de recordar los títulos. No me preguntes por ninguna canción sin tararear o pondré cara de portero goleado.

Por ser una de las bandas más grandes de todos los tiempos, creadores de riffs inmortales, y por simbolizar que mis neuronas inician una cuesta abajo importante:

Led Zeppelin- Greatest Hits.

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